La doble cara de la inteligencia artificial en la educación: de una escuela de élite en Texas a la precariedad en Colombia

La inteligencia artificial (IA) está redefiniendo el futuro de la educación, pero su impacto presenta dos realidades completamente opuestas. Mientras una escuela de vanguardia en Estados Unidos la utiliza como una herramienta exclusiva para potenciar el aprendizaje personalizado, en las zonas rurales de Colombia, su acceso masivo y sin control amenaza con dejar a una generación sin habilidades básicas.

Una escuela de 40.000 dólares al año sin maestros

En la Alpha School de Austin, Texas, los alumnos de cuarto y quinto grado no solo están aprendiendo: son pioneros en una nueva frontera educativa. Cada clic y cada tipeo en sus computadoras está guiado por la inteligencia artificial, en un entorno donde no existen los maestros tradicionales.

Los estudiantes dedican solo dos horas por la mañana a materias como ciencia, matemática y lectura, avanzando a su propio ritmo mediante un software personalizado impulsado por IA. Los adultos en el aula no son llamados maestros, sino “guías”, y perciben salarios que superan los cien mil dólares anuales. Su función principal es incentivar y motivar a los chicos.

Al ser consultado sobre si un algoritmo reemplaza la experiencia de un docente, el guía Luke Phillips aclara: “No creo que la esté reemplazando, creo que simplemente trabaja en tándem”.

Por la tarde, el enfoque cambia drásticamente. Los alumnos se dedican a proyectos prácticos, aprenden sobre educación financiera y oratoria, habilidades para la vida que su fundadora, MacKenzie Price, considera invaluables. “Hay una ventaja enorme cuando los estudiantes pueden aprender al nivel y al ritmo adecuados para ellos”, sostiene Phillips.

El modelo no es barato. La matrícula en la Alpha School de Austin arranca en los $40.000 dólares anuales. Aunque la escuela afirma que sus alumnos se ubican en el 1% superior en las evaluaciones estandarizadas, el modelo genera escepticismo entre educadores que lo consideran no probado. Price defiende su sistema, asegurando que los guías conectan de manera profunda con los estudiantes, dedicando 30 minutos semanales de atención individualizada a cada uno. “Espero que Alpha pueda ser un ejemplo, una inspiración”, concluye.

La otra cara de la moneda en la Colombia rural

Mientras en Texas la IA es una herramienta de élite, en la Colombia rural la historia es completamente diferente. En el Colegio Rural José Gregorio Salas, una institución con recursos limitados, la llegada de los bots de inteligencia artificial de Meta no fue una innovación, sino un problema que está vaciando de contenido la educación.

La escuela carece de suficientes computadoras y de una conexión a internet confiable. Pocos alumnos pueden costear los celulares de alta gama o los planes de datos que requieren las IA más avanzadas. Sin embargo, todo cambió en julio de 2024, cuando Meta Platforms integró sus chatbots directamente en aplicaciones masivas como WhatsApp, Facebook e Instagram. De repente, la IA estaba en todos lados.

Los estudiantes de esta pequeña comunidad de familias agricultoras y ganaderas comenzaron a usarla para hacer sus deberes. Ya no estaban aislados de la revolución tecnológica, porque los nuevos bots estaban integrados en las apps que ya usaban a diario, diseñadas por Meta para funcionar con teléfonos más básicos y conexiones inestables.

Tareas brillantes, exámenes desaprobados

El impacto fue inmediato. Los docentes de todo el colegio notaron un aumento repentino de respuestas de una calidad inusual, que no se correspondía con el trabajo habitual de los chicos. Las tareas y los ensayos presentaban argumentos eruditos, un vocabulario sofisticado y conceptos que no se habían enseñado en clase.

“Cuando asigno tarea, los alumnos simplemente usan la IA porque es más fácil”, explicó la docente Intencipa a Rest of World. El problema es que, a pesar de este estallido de brillantez en los trabajos prácticos, cada vez más chicos desaprobaban los exámenes.

La preocupación es compartida por otros educadores. “Acá, Facebook es el rey”, comentó Luisa Cárdenas, una profesora de ciencias sociales en Quimbaya. Según ella, sus alumnos “simplemente copian lo que aparece en el chat”.

Este fenómeno, agravado por acuerdos entre Meta y las empresas de telecomunicaciones que facilitan el uso de sus aplicaciones en planes de datos económicos, ha encendido las alarmas. Los docentes temen que sus estudiantes pierdan años de formación básica, ya que los métodos de enseñanza tradicionales se vuelven ineficaces frente a una herramienta que ofrece respuestas instantáneas sin exigir ningún tipo de razonamiento.